domingo, 25 de octubre de 2015

UN HERMANO METOMENTODO (Lectura recomendada)

PILAR DEL CAMPO PUERTA

Como esta mañana el reloj me ha regalado una hora más, para pasar el tiempo me he vuelto a leer un libro que hace años me pareció muy divertido y por eso lo aconsejo.

Lucas tiene un escondite secreto en un torreón al que
solo se puede llegar caminando por los tejados.

Es una lectura recomendada para lectores a partir de 8 años, aunque gusta a todas las edades.

El tiempo se me ha ido volando por la fácil lectura que tiene y lo entretenido que es; además, está lleno de humor, intriga y misterio.

Su autor es Jesús Zatón, escritor experto en literatura infantil, con una gran capacidad para atrapar a los lectores desde la primera página. 

No puedo olvidar al ilustrador, Emilio Losada, que ha reflejado perfectamente en imágenes la historia. Puedo demostrártelo poniendo un poquito de los dos aquí. 

Para descubrir el resto lo mejor es leerse el libro entero. 


NOTA:
Recuerda que siempre hay que citar la fuente de información. Para citar este post, puedes hacerlo de la siguiente manera, por el método Harvard:

Apellido, Inicial del nombre (Año de publicación): "Título de la entrada del post del blog". Título del blog en cursiva, día y mes del post. Disponible en: URL del recurso [Consulta: día-mes-año].


lunes, 19 de octubre de 2015

EL CUADRO DEL DESVÁN (Cuento)

Cuenta la luna:

Cierto día, cuando Rita estaba trasteando por el desván de la casa grande (llamaba así a la casa del pueblo de sus abuelos, por lo grande que a ella le parecía acostumbra al piso de la capital) que encontró un pequeño cuadro de flores, en un rincón, lleno de polvo.

Apenas se distinguían los colores pero Rita dio un par de soplidos para que limpiarlo y… ¡Atchis! repitió varias veces, porque lejos de irse el polvo, éste se le metió por la nariz. Así que decidió bajar a la cocina y con un trapo viejo limpiar a fondo su hallazgo.

En efecto, era un pequeño cuadro con el fondo rojo y unas flores dentro de un jarrón ce cristal. A Rita le pareció precioso y pensó que en su habitación quedaría bien, pero antes necesitaba saber algo más del cuadro: quién lo había pintado, desde cuando estaba allí, porque se había guardado en el desván… Sería una investigación en toda regla, como si de un cuadro del mejor Mueso se tratara. Por eso, antes de enseñárselo a nadie debería hacer los interrogatorios.

Empezó por el abuelo, al que no puedo sacar nada. La abuela tampoco sabía qué contestar porque nada sabía o se acordaba. Tío Alberto, como casi nunca iba por el pueblo quedaba descartado. Sus primos y su hermano eran demasiado pequeños. Papá se unió a la familia cuando se casó con mamá. Por lo tanto, mamá era la única que quedaba por interrogar, y vaya si sufrió una gran batería de preguntas hasta que al final confesó.

Efectivamente el cuadro lo había pintado la mamá de Rita, pero como no le pareció bonito,  aunque le daba pena tirarlo por el trabajo que le costó hacerlo, decidió no decir nada y esconderlo en el último rincón del desván, pensando que jamás sería descubierto. Pero mira por donde, la curiosa Rita había dado con él muchos años después.

“Pues es precioso mamá”, dijo Rita y añadió que quería ponerlo en su habitación.

Su mamá sonrió pensando que tal vez se equivocó al esconder el cuadro, pero ahora estaba  muy satisfecha de que su a hija le gustara. Entre las dos lo limpiaron con cuidado y éste pudo adornar la habitación de Rita, que está tan muy contenta sabiendo que lo pintó su madre siendo niña como ella.

A la madre de Rita ahora le gusta mirar el viejo cuadro descubierto en el desván. Piensa que fue una tontería no haberlo mostrado antes, ¡con el esfuerzo que le costó! Y la verdad, ahora reconoce no quedaron tal mal las florecillas en un jarrón de cristal, y que ahora en la habitación de Rita parecen más bonitas.


Por favor, si quieres hacer uso de este cuento, cita a la autora:  © Pilar del Campo Puerta (está en el Registro de la Propiedad Intelectual). Gracias. 

NOTA:
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lunes, 12 de octubre de 2015

EL CARTERO (Cuento)

Cuenta la luna:

Matías es el cartero del pueblo y todos los días recorre las calles y llama a las puertas para entregar cartas de todo tipo: grandes, pequeñas y hasta telegramas.

Como todo el mundo conoce a Matías en cuanto  entrega las cartas a sus destinatarios ellos las abren delante de él, y el cartero solo con ver las caras ya sabe si las noticias son buenas, regulares o mejor no decir nada.

Cierto día a Matías le entregaron en la oficina central una carta para don Ramón y doña Purita, pero por el tamaño y el color del sobre, muy poco atractivo, y sin remite, a Matías le entró el gusanillo por el cuerpo y le llevó a hacer lo que ningún cartero puede hacer: abrir la carta y leerla antes de entregarla.

Matías quedó impacto con el desolador mensaje que transmitía e intentó adivinar las caras de tristeza que pondrían don Ramón y doña Purita al recibirla, así que el cartero tuvo la osadía de escribir lo mismo pero de una manera más agradable:

Queridos padres, aunque tengo mucho trabajo ya veis que saco tiempo para escribiros, pero lo que más me gustaría es estar con vosotros. Espero ahorrar lo suficiente para que antes de que nos demos cuenta pueda regresar al pueblo y daros un fuerte abrazo. Vuestra hija Puri.  

Una chica bastante bruta, todo hay que decirlo, pero que gracias Matías suavizó la dura carta que enviaba a sus padres quejándose de todo. Además, como utilizó un suave papel perfumado y un sobre con florecillas en las esquinas, ahora la carta tenía un aspecto mucho más simpático.

Cuando el cartero entregó la carta a sus destinatarios, como era de esperar, las caras de don Ramón y doña Purita se iluminaron de felicidad, y añadieron. “Qué buen gusto ha tenido para elegir el papel y el sobre". 

Matías no contestó, pero se fue feliz a seguir con el reparto, porque aunque había hecho lo que nunca un cartero debe hacer: leer las cartas, en esta ocasión sí hizo lo que a todos los carteros les gusta: llevar buenas noticias.


Por favor, si quieres hacer uso de este cuento, cita a la autora:  © Pilar del Campo Puerta (está en el Registro de la Propiedad Intelectual). Gracias. 


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domingo, 4 de octubre de 2015

LA PUERTA SECRETA DE LA BIBLIOTECA (Cuento)

Cuenta la luna:

La biblioteca ya está abierta.

Son las once de la mañana, suena el timbre y los alumnos de primaria pueden elegir ir al patio a jugar o a leer en la biblioteca.


La bibliotecaria en su mesa, cataloga las últimas adquisiciones cuando una vocecilla la interrumpe.

-          ¿Dónde está la puerta?
-          Ahí –contesta ella sin mirar suponiendo que se refiere a la de salida.
-          Digo la puerta secreta.

Levantando la vista, la bibliotecaria ve a una criatura que argumenta haber leído en un cuento que las bibliotecas tienen puertas secretas.

Pensativa y sonriente, la toma de la mano y van al centro de la biblioteca.

-          Aquí la tienes. Es una puerta sin madera ni cristal, sin picaporte ni cerrojo, que está siempre abierta al conocimiento y de ella parten caminos diferentes que conducen a mundos fantásticos, tantos como libros hay.
-          Yo creía que era una puerta pequeña como la Alicia en el país de las Maravilla, pero me gusta más ésta.
El timbre reclama la vuelta a clase. Entonces la vocecilla dice:
-          No le cuente a nadie más lo de la puerta, quiero que sea mi secreto.
-          Yo lo sé –dice ella
-          Pero usted es la bibliotecaria –contesta la vocecilla.

La bibliotecaria miró la puerta secreta y volvió a sonreír, la atravesó y se sintió como cuando era niña y también buscaba algo misterioso en la biblioteca; tardó años en encontrarlo pero al fin descubrió una profesión que la apasiona, un entorno que la atrapa y una compañía incomparable: los libros y los amantes de ellos.


Por favor, si quieres hacer uso de este cuento, cita a la autora:  © Pilar del Campo Puerta (está en el Registro de la Propiedad Intelectual). Gracias. 

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